Nos remontamos a 1962, año en que Fermax comercializó su primer telefonillo en España. En aquel momento, se trataba de un dispositivo de lo más innovador, pero no imprescindible. Tuvo que esperar casi dos décadas para convertirse en un elemento crucial en cualquier edificio. Más adelante, ya en la década de los ’80, aparecieron los primeros con sistema de video, aunque estos contaban con una gran cantidad de errores, puesto que los avances tecnológicos de la época aun no eran suficientes para soportar tanta innovación. Fue en los ’90 cuando empezaron a notarse grandes cambios en su funcionamiento, y poco a poco, en los años siguientes al segundo milenio, se consiguieron crear aparatos como los que vendemos en Tarragó.